viernes, 4 de agosto de 2017

El juicio de Agnódice

Uno de los procesos judiciales más célebres de la Antigua Grecia fue el que enfrentó a esta famosa y pionera ginecóloga con las autoridades atenienses; pero, para poder comprender mejor su caso, debemos contextualizar cómo era la vida de las mujeres en aquel tiempo: el siglo IV a.C. Muchas de las ciudades griegas habían prohibido el celibato; Platón dice en sus “Leyes” que el ciudadano que no haya contraído matrimonio antes de los treinta y cinco años será castigado con una multa anual de 100 dracmas y que no podrá reclamar de los jóvenes las muestras de respeto y honor debidas a la ancianidad (…). Como las muchachas vivían muy retiradas, el matrimonio se llevaba a cabo, sobre todo, según la conveniencia de los padres (…). La novia, tras la última comida hecha en la casa paterna, esperaba, ya ataviada con su vestido de fiesta, a su esposo, quien la llevaba en un carro (…). La novia sólo debía aportar a su marido tres vestidos y algunos muebles de poco valor. Celoso de la dignidad de las mujeres [la ley del arconte Solón] restringía su libertad en favor de la decencia, reguló sus viajes, sus lutos y sus sacrificios; les prohibió salir de la ciudad con más de tres vestidos, llevar provisiones por valor de más de un óbolo y cruzar por la noche las calles [1].

En ese contexto, conocemos la existencia de Agnódice –o, según la traducción: Agnodice o Agnodiké– no por fuentes coetáneas griegas sino romanas; en concreto, por las Fábulas que tradicionalmente se atribuyen al escritor ¿hispano? Gayo Julio Higino, a quien se le suele ubicar entre el 64 a. C y el 17 d. C.; aunque los datos que conocemos sobre su vida y obra son muy escasos y realmente decepcionantes [2].

Higino narra los hechos de la siguiente manera, en los epígrafes 10 a 13 de su fábula CCLXXIV: Los antiguos no tuvieron comadronas, por lo que las mujeres morían llevadas por el pudor. En efecto, los atenienses se habían precavido de que ningún esclavo ni mujer aprendiera el arte de la medicina. Entonces cierta muchacha llamada Agnódice deseó aprender la medicina y tan vehemente fue su deseo que se cortó los cabellos al modo de los hombres, y se confió a la enseñanza de un cierto Herófilo [un médico alejandrino que trabajó entre los siglos IV y III a.C.].

Después de aprender la medicina, al enterarse de que una mujer estaba sufriendo en su vientre, acudió a ella. Como esta no quería confiarse a Agnódice por estimar que se trataba de un hombre, esta se levantó la túnica y mostró que era una mujer; y así las iba curando.


Cuando los médicos vieron que ellos no eran admitidos en presencia de las mujeres, comenzaron a acusar a Agnódice porque decían que se trataba de un hombre depilado y corruptor de mujeres, y que ellas se hacían pasar por enfermas ["una acusación muy sutil porque deja ver cómo aquellas mujeres disimulaban una enfermedad para encontrarse con el supuesto médico", según sus traductores: Javier del Hoyo y José Miguel García Ruiz].

Habiéndose reunido los areopagitas [en referencia al nombre del tribunal ateniense del Areópago que se constituía al aire libre en la colina de Ares] por este motivo, comenzaron a condenar a Agnódice. Esta se levantó la túnica ante ellos y mostró que era mujer. En ese momento los médicos empezaron a acusarla con más fuerza. Pero entonces las mujeres más distinguidas se presentaron en el juicio y dijeron: “Vosotros no sois esposos sino enemigos, porque condenáis a la que nos devuelve la salud”. En ese momento los atenienses enmendaron la ley para que las mujeres libres aprendieran el arte de la medicina.

NB: que  las mujeres -como Agnódice- tuvieran que disfrazarse de hombres para poder acceder a una enseñanza superior vetada a su género también se dio en España; el caso más paradigmático fue el de Concepción Arenal.
 
Citas: [1] DURUY, V. El mundo de los griegos. Barcelona: Círculo de Lectores, 1975, p. 33. [2] DEL HOYO, J. y GARCÍA RUIZ, J. M. “Presentación”. En HIGINO, Fábulas. Madrid: Gredos, 2009, pp. 328 y 329.

PD: sobre las dificultades de las mujeres en diversas épocas, también puedes leer las entradas sobre el sufragio femenino; el decreto que les permitió actuar en los teatros; el origen del derecho de pernada; el mal juicio de Caya Afrania; su acceso a las universidades; o las primeras españolas que llegaron a ser abogada, jueza y fiscal o alcaldesas.

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